http://www.casadellibro.com/libro-contra-bush/9788403095311/980719
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Eligio Del Awiizotl
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"Muere novelista mexicano Carlos Fuentes"
http://aristeguinoticias.com/muere-carlos-fuentes/?utm_source=twitter.com&utm_medium=tweet&utm_campaign=kiosko
"Adiós al embajador de las letras
México, DF. El escritor mexicano Carlos Fuentes,
quien falleció hoy, durante una firma de libros al sur de la ciudad de México.
La Jornada / Cristina Rodríguez"
"La muerte de Carlos Fuentes"
Anuncia Conaculta homenaje en Bellas Artes
"FUENTES: PEÑA
NIETO, SIN DERECHO A LOS PINOS POR SU IGNORANCIA"
"TWITTER DA INFORMACIÓN DE USUARIOS AL DEPARTAMENTO DE JUSTICIA DE EEUU"
MR. CARLOS FUENTES IS GUILTY...*
El espíritu no muere. Se traslada, escribió Carlos Fuentes Macías (1928-2012) en su libro En esto creo (2002). La imagen, en la biblioteca de su casa en la ciudad de México, en 1984 Foto Rogelio
Carlos Fuentes sufrió
una hemorragia gástrica masiva; tenía 83 años
Cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva la chingada
Hoy,
homenaje de cuerpo presente en Bellas Artes
En imprenta,
Personas, Federico en el balcón y El siglo que despierta
Cientos de condolencias mediante redes sociales
Carlos Fuentes culminó ayer su
Figura en la tríada de los grandes escritores
mexicanos, con Juan Rulfo y Octavio Paz
Carlos Fuentes culminó ayer su
periplo itinerante
Sí, güerita, sus últimas palabras
Silvia Lemus (en la
imagen), esposa de Carlos Fuentes, comentó ese pasaje cuando planteó al escritor
llevarlo al hospital donde falleció. El homenaje de cuerpo presente en el
Palacio de Bellas Artes se dio en dos actos: primero fue una acotada ceremonia
oficial y más de una hora después se permitió el ingreso del público Foto Ap
"Carlos Fuentes dos veces bueno
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, en noviembre de
2008, durante el homenaje rendido en la Universidad Nacional Autónoma de México
al escritor mexicano por su cumpleaños 80Foto José Anttonio
López
Mi amistad con Carlos Fuentes –que es antigua, cordial, y además muy
divertida– se inició en el instante en que nos conocimos, por allá por los
calores de agosto de 1961. Nos presentó Álvaro Mutis en aquel Castillo de
Drácula de las calles de Córdoba, donde toda una generación de escritores,
tratando de hacer un cine nuevo, precipitábamos a Manuel Barbachano Ponce en la
primera y más gloriosa de tantas ruinas. Yo había llegado a México dos meses
antes, con la cabeza llena de novelas y películas que no encontraban por dónde
salir, y había leído La región más transparente, poco después de su
publicación. Esto era apenas natural, porque esa novela había tenido una
divulgación muy amplia en América Latina, y por todas partes se hablaba de ella
–con toda justicia– como de un acontecimiento literario. Lo sorprendente para mí
fue que Carlos Fuentes no tuvo que escarbar en la memoria para quién era yo, y
me dijo de entrada que había leído las dos únicas novelas que yo había escrito
hasta entonces. Pensé, por supuesto, que se trataba de esa fórmula de cortesía
que nos salva de tantos naufragios sociales, sobre todo entre escritores, pues
mi primera novela se había publicado seis años antes en Bogotá en una edición
perdularia que no alcanzó a llegar hasta la esquina, y el texto integral de la
segunda, todavía sin corregir, se había publicado el año anterior en la revista
Mito, que era tan excelente como escasa. El hecho de que Carlos
Fuentes, las hubiera leído de veras, como pude comprobarlo de inmediato, me
exaltó de vanidad. Sin embargo no pasó mucho tiempo para que se me bajaran los
humos, pues muy pronto me di cuenta que la curiosidad literaria no reconoce
tiempos ni fronteras, y que ya desde entonces era imposible sorprenderlo con una
novedad de las letras. Esta curiosidad se centraba de un modo especial en las
obras primeras de los escritores primíparos como lo éramos él y yo en aquellos
tiempos de gracia.
Otro recuerdo pragmático entonces, pero muy divertido en la memoria, es el de una tarde de Praga en el año funesto de 1968, cuando Milan Kundera decidió que el único sitio sin micrófonos ocultos en toda la ciudad era un establecimiento público de sauna. Sentados en una banca de pino fragante, a 120 grados centígrados, los dos en pelotas y sin el menor sentido del ridículo, escuchamos de Milan Kundera un informe sobrecogedor de la situación trágica de su país. No obstante, lo más trágico para Fuentes y para mi ocurrió al final, cuando nos dimos cuenta que no había duchas de agua fría y debíamos romper la capa de hielo del río Moldava en pleno mes de diciembre, y sumergirnos en sus aguas glaciales. Lo hicimos, sin pensar lo que hacíamos, y en el instante de la inmersión tremenda tuve la certidumbre lúcida y atroz de que Carlos Fuentes y yo nos habíamos muerto juntos en aquel instante, tan lejos de las calles de Córdoba, y de un modo absurdo que nadie iba a entender jamás, ni siquiera porque había ocurrido en la patria de Kafka.
Gabo y Fuentes en imagen del 22 de octubre de 2003;
al fondo, Silvia Lemus, esposa del autor fallecido el pasado martesFoto Cristina Rodríguez
Julio Cortázar, agobiado por la cantidad de originales inéditos que los jóvenes le mandaban, dijo poco antes de morir: Es una lástima que quienes me mandan manuscritos para leer no puedan mandarme también el tiempo para leerlos.
Pues bien, a pesar de sus numerosos trabajos y de su intensa vida pública, Carlos Fuentes lee los que le mandan a él, y además tiene tiempo para alentar y ayudar a sus autores desamparados. Lo que pasa, en realidad, es que él parece entender muy bien la noción católica de la Comunión de los Santos: en cada uno de nuestros actos –por triviales que sean y por insignificantes– cada uno de nosotros es responsable por la humanidad entera. Ésa es la metafísica de la infinita curiosidad literaria de Carlos Fuentes. Al contrario de tantos escritores que desearían ser los únicos en el mundo, el quisiera celebrar todos los días la fiesta de que cada día seamos más y más jóvenes los escritores del mundo. Tengo la impresión de que él sueña con un planeta ideal habitado en su totalidad por escritores, y sólo por ellos. A veces he tratado de aguarle el entusiasmo diciéndole que ese lugar ya existe: es el infierno. Pero no lo cree, ni siquiera en broma (como yo se lo digo desde luego), porque su fe en el destino mesiánico de las letras no reconoce límites. Ni admite broma, por supuesto. Un escritor así, siendo tan buen escritor, es dos veces bueno.
Texto publicado el 26 de junio de 1988 en La Jornada. Por decisión del Nobel colombiano, ahora se publica en ocasión de la muerte de su amigo"
http://www.jornada.unam.mx/2012/05/18/opinion/a05a1cul
Javier Wimer: Prehistoria de Carlos Fuentes
"Felicitación a Poniatowska, lo último escrito por Carlos Fuentes
El mensaje sería publicado en el diario del que
Fuentes era colaborador por el cumpleaños de Elena Poniatowska.
Afp
Publicado: 19/05/2012 11:21
Publicado: 19/05/2012 11:21
México, DF. Una felicitación de cumpleaños para la
escritora Elena Poniatowska, que se celebra este sábado, sería el último texto
que habría escrito de puño y letra el mexicano Carlos Funtes, Premio Cervantes
de literatura, antes de morir el pasado martes, publicó un diario local.
"¿Pobre princesa? ¿O Princesa pobre? Nada de esto: la ciudadana
Poniatowska es nuestra y es rica; rica en afectos, rica por lo mucho que da y lo
mucho que recibe. ¡Rica Princesa!", dice el mensaje, escrito por el novelista
mexicano con una pluma fuente y en mayúsculas.
De acuerdo con un diario local, del que Fuentes era colaborador
y donde el martes, el día de su muerte, publicó su última columna dedicada al
regreso del socialismo en Francia, sostiene que ese mensaje sería enviado al
rotativo para que fuera publicado por el cumpleaños de Poniatowska.
Poniatowska, a la que llaman Princesa por su descender de la
nobleza polaca y nacida en París en 1932 pero naturalizada mexicana, sostuvo por
décadas una estrecha amistad con Fuentes.
Fuentes, escritor fundamental del boom de la literatura
latinoamericana, murió el martes a los 83 años resultado de una insuficiencia
respiratoria derivada de una hemorragia del tubo digestivo.
El miércoles se le rindió al escritor un multitudinario
homenaje público en el Palacio de las Bellas Artes de México antes de que sus
restos fueran cremados para ser enviados a París, donde reposarán a un lado de
los de sus dos hijos, fallecidos hace unos años."
"Carlos Fuentes en la memoria
Sergio Pitol
Carlos Fuentes retratado durante el Hay Festival de
Cartagena de Indias 2012, en Colombia, a finales de enero pasadoFoto Daniel Mordzinsky
El día martes me enteré con enorme pena del fallecimiento de Carlos
Fuentes, y aunque desde hace algunos tiempos el padecimiento de una enfermedad
me ha mantenido completamente alejado de la escritura, la triste noticia me hizo
recordar, de repente, las circunstancias en que lo conocí hace más de medio
siglo.
maestro al estilo medievalque formó a todo un grupo de jóvenes ávidos y curiosos, entre los que se encontraban Víctor Flores Olea, Enrique González, Porfirio Muñoz Ledo, Luis Prieto, Fuentes y quien esto suscribe. Él por entonces era un joven de 22 años recién llegado de Ginebra y París, vestido siempre con elegancia y poseedor de una enorme habilidad verbal desinfectada de las manías que regularmente afean a quien se sabe con el inmenso bagaje que, por otra parte, sin duda poseía. El aplomo con que sabía moverse, sumado a la diferencia de edad, lo hacían parecer un joven profesor recién desembarcado de Europa, casi un personaje de Henry James que vuelve a su país después de haber realizado el grand tour por las principales capitales del mundo.
Sobre don Manuel Pedroso, Fuentes ya ha escrito páginas magníficas:
Un profesor que no cerraba la lista de asistencia al terminar la clase, sino que proseguía su magisterio acompañado siempre de al menos media docena de alumnos, de la Facultad de Derecho en la calle de San Ildefonso hasta la casa de don Manuel en la colonia Cuauhtémoc.
Fue durante esos improvisados recorridos que hablamos por primera vez. Bastaba intercambiar con él apenas algunas frases para entender la profunda pasión y entrega con que concebía el ejercicio literario, para percibir su encanto y calidez, la efervescencia con la que se entregaba a la escritura, trabajando sin descanso prácticamente todos los días de su vida. A ello habría que añadir sus intereses, siempre expansivos y contagiosos: el teatro, la ópera y el cine.
Durante los años que siguieron nos vimos con regularidad. A veces sólo para
intercambiar una o dos palabras, pero también para enseñarnos, a un grupo de
amigos y a mí, los cuentos que tiempo después formarían Los días enmascarados,
su primer libro, al que seguiría, portentosa, unos años después, La región
más transparente.
Recuerdo aquellos tiempos fabulosos y el júbilo que produjo a los jóvenes presenciar esta puesta en evidencia de la ignorancia, mojigatería, aldeanismo y mala fe de una sociedad a la que orgánicamente le resultaba imposible conocerse a sí misma, y mucho menos juzgar una obra que daba un salto de un siglo en México. Por el mero hecho de existir, La región más transparente derrumbó de golpe y para siempre más de una docena de glorias nacionales aún vivientes e hizo necesaria la revisión y recomposición de nuestra tradición literaria.
Por esto y muchas razones más, la ausencia de Fuentes deja un vacío inconmensurable en las letras mexicanas, en sus amigos, en la inmensa cantidad de lectores que demostraron, en México y en diversas ciudades alrededor del mundo, su afecto a él y a Silvia Lemus, tan unidos por tantos años. Silvia, quisiera terminar con eso, fue siempre para él su camino y su cayado, la brújula de la cartografía que es toda su obra y fue su vida. Saludé a los dos hace pocas semanas, aquí en Jalapa, con motivo de la Cátedra que lleva su nombre, los vi tan radiantes como aquellos dos jóvenes elegantes y guapos que siempre fueron, y como los enamorados que inundaban de transparencia estos días aciagos."
Recuerdo aquellos tiempos fabulosos y el júbilo que produjo a los jóvenes presenciar esta puesta en evidencia de la ignorancia, mojigatería, aldeanismo y mala fe de una sociedad a la que orgánicamente le resultaba imposible conocerse a sí misma, y mucho menos juzgar una obra que daba un salto de un siglo en México. Por el mero hecho de existir, La región más transparente derrumbó de golpe y para siempre más de una docena de glorias nacionales aún vivientes e hizo necesaria la revisión y recomposición de nuestra tradición literaria.
Por esto y muchas razones más, la ausencia de Fuentes deja un vacío inconmensurable en las letras mexicanas, en sus amigos, en la inmensa cantidad de lectores que demostraron, en México y en diversas ciudades alrededor del mundo, su afecto a él y a Silvia Lemus, tan unidos por tantos años. Silvia, quisiera terminar con eso, fue siempre para él su camino y su cayado, la brújula de la cartografía que es toda su obra y fue su vida. Saludé a los dos hace pocas semanas, aquí en Jalapa, con motivo de la Cátedra que lleva su nombre, los vi tan radiantes como aquellos dos jóvenes elegantes y guapos que siempre fueron, y como los enamorados que inundaban de transparencia estos días aciagos."
http://www.jornada.unam.mx/2012/05/20/cultura/a03a1cul
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El resistirse a lo irresistible no siempre fortalece a quienes se creen irresistibles, sí, a aquell@s que ‘no mandan obedeciendo a sus mandantes’… FIDEIIUS (Fideiius).
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