Hermenegildo Galeana, pese a no saber leer y escribir, fue un gran soldado...
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Wednesday, May 28, 2014
¡GALEANO, VIVE...!
RESUCITANDO EL ESPÍRITU SIG/SIM, AUTORIDADES DE LO ELECTORAL Y EL PLENO DE LA #SCJN
SE SUMAN IMPLÍCITAMENTE AL ECLIPSE ("ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA"):
"PALABRAS DE LA COMANDANCIA GENERAL DEL EZLN, EN VOZ DEL SUBCOMANDANTE
INSURGENTE MOISÉS, EN EL HOMENAJE AL COMPAÑERO GALEANO. EL DÍA 24 DE MAYO DEL
2014 EN LA REALIDAD, CHIAPAS, MÉXICO"
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"Caravana nacional por el agua, el territorio, el trabajo y la vida"
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"EU: el peligro de la derecha"
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"Moviendo a México… desde abajo"
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Explica las
atencionesdadas a González Casanova, Adolfo Gilly y Luis Villoro
Mis jefes y jefas hablaron con ellos y escucharon de igual a igual
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Para liberarse de ese
sistema es necesario que el pueblo se organice: Moisés
Bases de apoyo del EZLN acudieron ayer a la inauguración del
seminario El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, en el
caracol de Oventic Foto Víctor Camacho"
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El subcomandante Galeano (Marcos) se
encuentra con Juan Villoro durante el homenaje del EZLN al filósofo Luis Villoro
y al maestro zapatista Luis Solís López, Galeano, asesinado el 2 de
mayo de 2014 Foto Víctor Camacho
Presentes en Oventic, Adolfo Gilly y padres de normalistas
Zapatistas celebraron las vidas de Luis Villoro y de
Galeano
El filósofo, agradecido con las comunidades por aprender: su hijo
Juan
Más de 3 mil personas acudieron al homenaje en el
caracol de Oventic.Foto Víctor Camacho
Elio Henríquez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 3 de mayo de 2015, p. 13
San Cristóbal de Las Casas, Chis.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) rindió homenaje al
filósofo Luis Villoro Toranzo y al maestro de la escuelita zapatista
José Luis Solís López, Galeano, asesinado el 2 de mayo del año pasado
en La Realidad por integrantes de la Central Independiente de Obreros Agrícolas
y Campesinos-Histórica (Cioac-H).
El acto se efectuó en el caracol de Oventic, municipio de San
Andrés, ante más de 3 mil personas, entre bases de apoyo zapatistas y visitantes
de diversos estados del país y del extranjero.
Fernanda Navarro, compañera de Villoro Toranzo, dijo que las cenizas del
filósofo nacido en España, quien llegó a México a los 17 años de edad y murió el
5 de marzo del año pasado, serán sepultadas este domingo
bajo un árbol que los compañeros zapatistas nos asignen y regalenen Oventic.
El subcomandante Galeano, antes Marcos, dijo que
Villoro Toranzo
fue un intelectual brillante, una persona sabia a la que tal vez sólo se le pueda reprochar la cercanía que tuvo con los pueblos originarios de México, particularmente con aquellos que se alzaron en armas contra el olvido y que resisten más allá de modas y medios.
Su hijo, el escritor Juan Villoro, narró:
En los últimos apuntes que escribió mi padre reflexionaba en el camino zapatista que transforma la historia del mundo a medida que va avanzando y también en el camino nuevo que él iba a comenzar con su muerte.
No estamos pues, agregó,
celebrando una desaparición, sino otra forma de la vida. El arte, la cultura, la filosofía y los movimientos sociales sirven para demostrar que aquellos que ya no están con nosotros lo están de otra manera. Por eso, Zapata vive, la lucha sigue.
Ubicado adelante del templete junto con su madre, los familiares del maestro
zapatista y dos padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26
de septiembre pasado, así como Adolfo Gilly, Juan Villoro expresó que si algo le
hubiera gustado a su padre
no es tanto que lo elogiáramos, sino que en su nombre diéramos las gracias a todas y todos los zapatistas, a las comunidades y las personas que lo hicieron ser mejor, que le permitieron aprender. Él tenía una honda gratitud por todos ustedes.
Señaló que a partir de enero de 1994 tuvo la oportunidad tanto de estudiar a
los intérpretes de las comunidades indígenas como de convivir con ellas; de
pasar de la teoría a la práctica; de emprender una sigilosa pero decisiva
transformación del mundo, porque
el gran desafío de la persona que piensa es cómo hacer que sus ideas puedan transformar la realidad.
El subcomandante Galeano, antes
MarcosFoto Víctor Camacho
Afirmó:
Gracias al movimiento zapatista, mi padre encontró en la vida real aquello que le parecía en principio solamente una teoría.
Sostuvo que cuando Villoro Toranzo llegó a México, “encontró un país
corrupto, desigual, profundamente injusto. Se preguntó si podía vivir en un país
así, y eso que aún no aparecía un gobierno donde el tráfico de influencias
permitía que la esposa del Presidente comprara una casa blanca o donde
un Presidente podía gobernar sin haber leído tres libros o pensando que existe
el estado de Tijuana o de Monterrey”.
El maestro combatiente
Reiteró que
pensaba sobre todo en el legado indígena del pasado, y los zapatistas le dieron un presente a esta ilusión y también un futuro, porque el camino zapatista no se ha detenido ni se detendrá. Mi padre murió pensando justamente en ese camino.
El subcomandante Galeano, quien dijo que el otro homenajeado, el
maestro,
formó parte de una generación de mujeres y hombres indígenas zapatistas que se forjó en la clandestinidad, en la preparación del alzamiento de 1994.
Galeano, añadió,
no murió en un enfrentamiento, sino que fue secuestrado, torturado, desangrado, apaleado, macheteado, asesinado y rematado. Sus agresores tenían armas de fuego, él no; él estaba solo.
Señaló:
El compañero maestro zapatista será recordado por las comunidades sin bulla, sin primeras planas; su vida y no su muerte será alegría por generaciones.
Luego agregó: “Para terminar de una vez con suposiciones tontas, el maestro
zapatista Galeano no toma su nombre del incansable recogedor de la
palabra de abajo que fue Eduardo Galeano –esa liga fue un invento de los
medios–; aunque suene absurdo, tomó su nombre de Hermenegildo Galeana,
originario de Tecpan, Guerrero. Lo que hizo el compañero fue masculinizar el
apellido Galeana y lo convirtió en Galeano, años antes de que
saliéramos a la luz pública”."
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Palabras del Subcomandante Insurgente Moisés Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”
4 de mayo de 2015
4 de mayo de 2015
Palabras del Subcomandante Insurgente Moisés Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”
5 de mayo de 2015
5 de mayo de 2015
Comunicados
CCRI-CG del EZLN
8 may, 15 Palabras del Subcomandante Insurgente Moisés. Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”, 5 de mayo de 2015
8 may, 15 Palabras del Subcomandante Insurgente Moisés. Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”, 4 de mayo de 2015
5 may, 15 SOBRE LAS ELECCIONES: ORGANIZARSE Traduzione italiano
4 may, 15 El
Muro y la Grieta. Primer Apunte sobre el Método Zapatista. Palabras del
SupGaleano en la Inauguración del Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la
Hidra Capitalista”
Traduzione
italiano
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2 may, 15 Luis el zapatista Traduzione italiano
Traduction en Français
Luis el zapatista
Traduzione
italiano
Traduction
en Français
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EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.
2 de mayo del 2015.
Introducción.
Buenas tardes, días, noches tengan quienes escuchan y quienes leen, sin
importar sus calendarios y geografías.
Las que ahora se harán públicas, son las palabras que el finado Subcomandante
Insurgente Marcos había preparado para el homenaje a Don Luis Villoro Toranzo,
mismo que se realizaría en Junio del 2014.
Suponía él que estarían presentes familiares de Don Luis, particularmente su
hijo, Juan Villoro Ruiz, y su compañera, Fernanda Sylvia Navarro y Solares.
Días antes de que se celebrara el homenaje, fue asesinado nuestro compañero
Galeano, maestro y autoridad autónoma, quien formó y forma parte de una
generación de mujeres y hombres indígenas zapatistas que se forjó en la
clandestinidad de la preparación, en el alzamiento, en la resistencia y en la
rebeldía.
El dolor y la rabia que sentimos entonces y ahora se sumaron, en ese mayo de
hace un año, al lamento por la muerte de Don Luis.
Se dieron así una serie de eventos, uno de los cuales fue la decisión de dar
muerte a quien fuera hasta entonces el vocero y jefe militar del EZLN. La
defunción del SupMarcos se concretó la madrugada del 25 de mayo del 2014.
Entre los pendientes, como decimos nosotros, nosotras, zapatistas, que dejó
el finado supmarcos está un libro sobre política, comprometido con Don
Pablo González Casanova a cambio de una caja de galletas pancrema, una serie de
textos y dibujos inclasificables (varios de ellos se remontan a sus primeros
días como insurgente del EZLN), y el texto de homenaje a Don Luis Villoro al que
daré lectura en unos momentos.
-*-
Cuando, en la comandancia general del EZLN, con el subcomandante insurgente
Moisés platicábamos sobre lo que sería este día antes y hoy, nos dábamos cuenta
de que, al hacer el balance de una vida, juntábamos pedazos que no alcanzaban
nunca a completarse.
Que siempre quedábamos con una imagen inconclusa, rota. Que lo que tenemos y
teníamos, nos urgía a buscar y encontrar lo que faltaba.
“Falta lo que falta”, decimos obstinadamente las zapatistas, los
zapatistas.
No con resignación, nunca con conformismo.
Sí para recordarnos que no está cabal la historia, que le faltan piezas,
nombres, fechas, lugares, calendarios y geografías, vidas.
Que muertes y ausencias tenemos muchas, demasiadas.
Y que debíamos agrandar la memoria y el corazón para que no faltara ni una,
sí, pero también para que no fueran inmovilizadas, para que fueran completadas
una y otra vez en nuestro paso colectivo.
Así que imaginamos que este día, tarde, noche, madrugada siempre, bien podría
ser un intercambio de piezas para seguir tratando de completar la vida de quien
ustedes conocieron y conocen como el doctor Luis Villoro Toranzo, profesor de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fundador del grupo Hiperion,
discípulo de José Gaos, investigador del Instituto de Investigaciones
Filosóficas, miembro del Colegio Nacional, presidente de la Asociación
Filosófica de México, y miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua.
“Maestro, padre y compañero”, tal vez así diga su epitafio.
Hay compas, mujeres, hombres y otroas quienes
tienen un lugar especial entre nosotros, nosotras, zapatistas del EZLN. No ha
sido un regalo o un donativo. Ese lugar especial lo ganaron con un empeño y
dedicación que está lejos de reflectores y templetes.
Por eso, cuando se marchan irremediablemente, no hacemos eco del ruido y el
polvo que suelen levantarse con su muerte. Esperamos. Nuestra espera es así un
homenaje silencioso, sordo. Como silenciosa y sorda fue su lucha a nuestro
lado.
Dejamos entonces que el ruido se apague, que otra moda suceda a la que simula
consternación y pena, que se asiente el polvo, que el silencio vuelva a ser
sereno reposo para quien nos falta.
Tal vez porque respetamos esa vida ahora ausente, porque respetamos su tiempo
y su modo. Y porque esperamos que, andando ya el calendario, su silencio tendrá
lugar para escucharnos.
Para allá afuera, lo digo como señalando un hecho, no como reproche, el
doctor Luis Villoro Toranzo fue un intelectual brillante, una persona sabia a la
que tal vez sólo se le pueda reprochar la cercanía que en vida tuvo con los
pueblos originarios de México, particularmente con aquellos que se alzaron en
armas contra el olvido y que resisten más allá de modas y medios.
Para quienes no conocieron en vida al doctor Luis Villoro Toranzo, hay y,
espero, habrá mesas redondas, reediciones, análisis en revistas especializadas y
no.
Nuestra palabra de ahora no irá por esos caminos. No porque no conozcamos su
obra histórica y filosófica, sino porque estamos aquí para cumplir un deber,
saldar un pendiente, cumplir un encargo.
Porque ustedes, allá afuera, conocen a Luis Villoro Toranzo como un pensador
brillante, pero nosotras, nosotros, zapatistas conocemos como…
¿Cómo?
Sabemos que tenemos sólo una de tantas piezas.
Y hemos venido aquí, a este homenaje, para entregarle a quienes compartieron
y comparten sangre e historia con él, una pieza que, creemos, no sólo no tenían,
sino que tal vez ni siquiera imaginaban.
La historia acá abajo, del lado zapatista, tiene muchos cuartos cegados.
Compartimentos estancos en los que vidas diferentes se cumplen con aparente
indiferencia, y en los que sólo la muerte derrumba los muros para que miremos y
aprendamos de la vida que ahí transcurrió.
Y hagamos, ¿cómo decirlo?, ¿una permuta?, ¿un intercambio de lugares?
Al abrir el compartimento, al derribar el cuarto muro, al asomarnos dentro,
hacemos un cambalache: esta muerte al museo, esta vida a la vida.
“Compartimentos estancos”, he dicho. Nuestro modo de lucha implica esta cuota
de anonimato que, sólo para algunos de nosotros, es deseable. Pero tal vez
después haya oportunidad de volver sobre esto.
Ya escucharán al Subcomandante Insurgente Moisés hablarles a nuestras
compañeras y compañeros de las comunidades zapatistas una parte de lo que fue
Don Luis Villoro Toranzo en nuestra lucha.
La inmensa mayoría de ellas y ellos no lo conocían, no lo conocieron. Y así
como él, tenemos compañeras, compañeros y compañeroas
de los que se ignora su existencia.
Este súbito saber que tuvimos compañeros y compañeras que ni siquiera
sabíamos que existían, hasta que ya no existen, es algo que no es nuevo para
nosotras, nosotros, zapatistas.
Tal vez es nuestro modo que, al nombrar la vida de quien falta, lo hacemos
existir de otro modo.
Como si fuera nuestro modo de traer al colectivo al indígena zapatista
Galeano antes, a Don Luis Villoro ahora.
Nuestro modo de apurarlos, de apremiarlos, de gritarles “¡Eh! ¡Nada de
descanso!”, de traerlos de vuelta y que sigan en la lucha, la chamba, el jale,
el trabajo, el camino, la vida.
Pero no es una vida la que les voy a relatar. Tampoco, es cierto, se trata de
una muerte.
Es más, no les vengo a contar nada. Vengo a dibujarles un contorno, más o
menos definido, más o menos nítido, de una pieza de un rompecabezas gigantesco,
terrible, maravilloso.
Y lo que les voy a contar les sonará fantástico.
Tal vez mi hermano bajo protesta (bajo protesta de él), Juan Villoro, adivine
después en mis palabras apenas una hebra de una madeja absurda y compleja, más
cercana a la literatura que a la historia. Tal vez le sirva luego para completar
ese libro que no sabe aún que escribirá.
Tal vez Fernanda intuya la irrupción de un concepto que parecía ausente,
señalando un hueco cuya satisfacción daría un vuelco teórico a todo un
pensamiento. Tal vez le sirva luego para iniciar la reflexión que ahora no sabe
que emprenderá.
No lo sé. Tal vez él, ella, quienes no están, simplemente lo archiven en la
carpeta de la “H”, de “homenaje”, de “herida”, de “humano”, de “Hidra”, de…
“Había una vez…”
Debo ser, por razones de seguridad, propositivamente impreciso en la
geografía y el calendario, pero era madrugada y era el cuartel general del
EZLN.
Tal vez una breve descripción de la comandancia general zapatista desilusione
a más de uno, una, unoa.
No, no hay un mapa gigantesco con luces policromadas o alfileres de colores,
cubriendo una de las paredes.
No, no hay modernos equipos de radiocomunicación con voces en muchas
lenguas.
No hay un teléfono rojo.
No hay una moderna computadora con múltiples pantallas empeñadas en cifrar y
descifrar la vertiginosa estática de la matrix
cibernética.
Lo que hay es un par de mesas, dos o tres sillas, algunas tazas con restos de
café frío, papeles mal arrugados, cenizas de tabaco, humo, mucho humo.
A veces hay también un tazón de palomitas rancias, pero sólo en caso de que
se requiera un trueque con algún ser insólito.
Porque no lo van a creer, pero lo que en otros lados se llama “Juicio por
Combate”, acá se llama “Atáscate que hay lodo”.
No me extenderé en este peculiar modo de resolver las disputas judiciales
entre seres que están más que alejados de la jurisprudencia real o de ficción.
Baste decir que el tazón con palomitas rancias tiene su razón de ser.
Puede haber, no siempre, es cierto, una computadora portátil y una impresora.
No diré ni marcas ni modelos, baste decir que la computadora trabaja a base de
insultos y amenazas, y que la impresora tiene un peculiar sentido del albedrío
pues se niega a imprimir lo que no le parece digno de ir más allá de la
pantalla.
Cierto, suele haber en la pantalla de esa computadora, invariablemente un
procesador de textos y un escrito que no termina nunca por alcanzar el punto
final…
¿Virus? Los únicos que pueden llegar a través del bejuco que le sirve para
conectarse a uno de los túneles de la red. O sea arañas, o bichos que huyen de
las susodichas mientras una lucecita parpadea alarmada.
Pero dejemos que la imaginación de cada quien complete el mobiliario.
Podría adornarme y decirles que esa madrugada estaba yo leyendo algún tratado
de filosofía helénica, o las Fábulas de Higinio, o el tratado Sobre
los Dioses de Apolodoro de Atenas, o Los Doze
Trabajos de Hércules, sí, con “z”, de Enrique de Villena, el
Astrólogo, pero no.
O podría decirles, y presumirme de moderno, diciéndoles que estaba yo, en la
red alterna, tomando un curso en línea con un, una,
unoa hacker anónimo. Iba a poner famoso, pero si es
anónimo no puede ser famoso. ¿O sí? O tal vez es un colectivo organizado: “tú
dale click al reload, tú oprime la tecla control, no, no toques la letra “z”
porque se hace un desmadre y acabas chateando con un ser incomprensible en las
montañas del sureste mexicano”. En fin, un nickname y
un avatar, casi los equivalentes a un nombre de lucha y un pasamontañas, que,
pacientes, explican los fundamentos de un terreno de lucha. Como en cada lengua
nueva que se aprende, lo primero que hay que conocer son los insultos. Y así
saber que “noob” es el equivalente a una mentada de madre.
O podría contarles, y reiterar el cliché, que estaba yo en una reñida
multipartida de ajedrez interoceánico con el colectivo llamado “los
Irregulares de Baker Street” asentado en la rubia Albión.
Pero no.
Lo que en realidad estaba yo haciendo es tratando de poner un punto final a
un texto que lleva ya 20 años pendiente, pero…
Entonces apareció en el dintel de la puerta la posta, el guardia, el
centinela, el vigía o como le quieran decir:
-“Sup, hay quien te quiere hablar“-, dijo lacónico después del
saludo militar.
–¿Quién?– pregunté casi por trámite porque suponía que sería la
insurgenta Erika con alguno de sus complicados
acertijos de amores y esas cosas.
-“Un Don Luis, dice. Ya de edad él, de juicio“-, respondió el
insurgente.
–¿Don Luis?, no conozco ningún Don Luis-, dije con enfado.
–Subcomandante – escuché su voz, y su figura se recortó en el
umbral.
El guardia alcanzó a balbucear: “se metió sin avisar, le dije que
esperara, no obedeció“.
“Ajá, no obedeció, como de por sí. Déjalo“, le dije al vigía y nos
dimos un abrazo con Don Luis Villoro Toranzo, nacido en Barcelona, Cataluña,
Estado Español, el 3 de noviembre del año 1922.
Le ofrecí una silla.
Don Luis se sentó, se quitó la boina y se frotó las manos sonriendo. Imagino
que por el frío.
¿Dije ya que hacía frío esa madrugada?
Hacía de por sí, como de por sí cuando no hay una luz que entibie la sombra,
como hoy. Es más, el frío mordía las mejillas como amante obseso.
Don Luis no parecía tomar nota de ello.
¿Hace frío en Barcelona?, le pregunté, un poco como saludo de
bienvenida, otro poco para distraerlo mientras discretamente apagaba yo la
computadora.
En fin, guardé la portátil, pedí café para 3 y volví a encender la pipa,
rellena como estaba de tabaco usado y húmedo.
No recuerdo ahora si Don Luis respondió a la pregunta sobre el clima en
Barcelona.
Sí que esperó pacientemente a que terminara yo de darme por vencido, y dejara
de tratar de avivar las brazas de la cazueleja.
“¿No tendrá tabaco de casualidad?“, le pregunté anticipando con
desilusión su negativa.
“No recuerdo“, dijo, y siguió sonriendo.
¿Se refería al frío en Barcelona o a si llevaba tabaco?
Pero no eran ésas las principales preguntas que se me acumulaban en la
cazuela apagada de la pipa.
Antes de preguntarle al doctor en filosofía Luis Villoro Toranzo qué diablos
hacía ahí, pues dejen les explico…
En esas fechas, el cuartel general del EZLN era el “Cama de Nubes”, nombrado
así porque se encuentra en lo alto de una sierra y, fuera de los pocos días de
la seca, se mantiene de continuo cubierto por nubes. Aunque de por sí la
comandancia general es trashumante, a veces se aposenta ahí, aunque con más
brevedad que las nubes.
“El Cama de Nubes”.
Llegar ahí no es fácil. Primero se deben cruzar potreros y acahuales. Malo si
lluvia, malo si sol. Después de unas 2 horas de espinas e insultos, se llega al
pie de la montaña. De ahí se eleva un estrecho sendero que faldea el contorno
del cerro de modo que siempre hay un abismo a la derecha. No, no fueron
consideraciones políticas las que decidieron ese trazo en espiral ascendente,
sino el corte caprichoso de ese pico montañoso en mitad de la sierra. Aunque uno
no paraba de subir hasta que estaba casi a las puertas de la champa de la
comandancia general del ezetelene, se habían realizado
algunas obras de ingeniería militar de modo que el puesto del vigía tuviera
tiempo y distancia para un avistamiento oportuno.
De ahí, el caminamiento de acceso al cuartel era propositivamente
difícil. A la rudeza de la montaña, habíamos agregado palotadas puntiagudas,
zanjas y espinas, de modo que sólo era posible transitar por él de uno en
uno.
Cuando yo era joven y bello, con carga promedio -digamos unos 15-20
kilogramos-, hacía yo unas 6 horas desde la base del cerro. Ahora que sólo soy
bello, y sin carga, me toma de 8 a 9 horas.
Nuestro empecinado premodernismo y nuestro desprecio a las campañas
electorales impiden que tengamos helipuertos en nuestras posiciones. Así que
sólo se puede llegar caminando.
Con estas referencias, era lógico que la primera pregunta que aflorara
fuera:
“¿Y cómo llegó hasta aquí Don Luis?”
Él respondió: “Caminando“, con la misma tranquilidad que si hubiera
dicho “en taxi“.
Don Luis se veía completo, sin agitación visible, su boina intacta, su saco
oscuro con apenas unas hebras de bejucos y ramas, su pantalón de pana apenas
manchado y sólo en el bies, sus zapatos mocasines de una pieza. Todo completo.
Si acaso había algo que notar era su barba de días y el evidente absurdo de su
camisa clara, con el cuello almidonado abierto.
A mí esa subida me toma al menos 3 remiendos de la camisola, 4 del pantalón,
un refuerzo en ambas botas, y un par de horas tratando de recuperar el
aliento.
Pero Don Luis estaba ahí, sentado frente mío. Sonriendo. Aparte de un ligero
arrebol en sus mejillas, se podría decir que, en efecto, se acababa de bajar de
un taxi.
Pero no. Don Luis había respondido “caminando“, así que nada de
taxi.
Estaba a punto de soltarme con una larga retahíla de reconvenciones sobre la
salud, los calendarios hechos achaques, la imposibilidad de que, a su avanzada
edad, tratara de hacer cosas absurdas, como subir una montaña y apersonarse, de
madrugada, en la comandancia general del ezetaelene,
pero algo me detuvo.
No, no fue el hecho incuestionable de que ahí se encontraba ya.
Fue que la sonrisa de Don Luis se había tornado nerviosa, inquieta, como
cuando no se teme preguntar, sino tener respuestas.
Entonces hice la pregunta que habría de marcar esa madrugada:
“¿Y qué es lo que quiere Don Luis?”
“Quiero entrarme de zapatista”, respondió.
No había en su voz rastro alguno de burla, sarcasmo o ironía. Tampoco duda,
temor, inseguridad.
Ya antes me he enfrentado a que un ciudadano o ciudadana declara así su
intención, (aunque no con esas palabras, porque más bien lo suelen hacer con
consignas incendiarias y frases rimbombantes donde hay mucha muerte y poco o
nada de vida), aunque, claro, no pasan del potrero.
Me atraganté, y ni siquiera estaba encendida la pipa para fingir que era por
el humo. Resignado ante la falta de tabaco seco, me limité a mordisquear la
boquilla.
“Quiero entrarme de zapatista“, dijo. Don Luis había usado una
expresión verbal más propia de la cotidianeidad en las comunidades zapatistas,
que de la Academia Mexicana de la Lengua.
Seguí el protocolo en estos casos:
Le detallé las dificultades geográficas, temporales, físicas, ideológicas,
políticas, económicas, sociales, históricas, climáticas, matemáticas,
barométricas, biológicas, geométricas e interestelares.
A cada dificultad, la sonrisa de Don Luis perdía algo de nerviosismo y ganaba
en seguridad y aplomo.
Al terminar la larga lista de inconvenientes, el rostro de Don Luis parecía
haber recibido un asiento en el Colegio Nacional, en lugar del “NO” diplomático
que le había endilgado.
“Estoy dispuesto“, dijo después del crujido del último pedazo sano
de la boquilla de mi pipa.
Intenté disuadirlo mencionado los inconvenientes de la clandestinidad, el
ocultarse, el anonimato.
“Además“, añadí con displicencia, “ya no hay
pasamontañas“.
Era evidente que no estaba yo haciendo el mejor papel. Por más que me
reacomodaba en la silla y movía nervioso las cosas sobre la mesa, no encontraba
cuál era la explicación lógica al absurdo de la situación.
Don Luis se acomodó la boina sobre el plata de su rala cabellera.
Pensé que se iba a despedir pero, cuando me incorporaba para llamar a la
guardia para que lo acompañara, dijo:
“Éste es mi pasamontaña“, dijo señalando su boina.
Cuando le argumenté que el pasamontañas debía ocultar el rostro de modo que
sólo la mirada permaneciera, me refutó:
“¿No se puede ocultar el rostro sin cubrirlo?”
En ese momento agradecí dos cosas:
Una, que en el continuo mover las cosas sobre la mesa, había encontrado una
bolsita de tabaco seco.
La otra, que la pregunta del doctor en filosofía Luis Villoro Toranzo, me
daba tiempo para tratar de acomodar las piezas y entender de qué iba todo
eso.
Así que, me resguardé detrás de las palabras para pensar mejor:
“Se puede, Don Luis, pero para lograrlo tiene que modificar como quien
dice el entorno. Hacerse invisible es, entonces, no llamar la atención, ser uno
más entre muchos. Por ejemplo, se puede ocultar a alguien que perdió el ojo
derecho y usa un parche, haciendo que muchos usen un parche en el ojo derecho, o
que alguien que llame la atención se ponga un parche en el ojo derecho. Todas
las miradas irán sobre quien llama la atención, y los demás parches pasan a
segundo plano. De ese modo, el tuerto real se vuelve invisible y puede moverse a
sus anchas“.
“Dudo que usted pueda lograr que en el medio académico y universitario
todos usen boina negra o que alguien que llame la atención poderosamente la use.
Por ejemplo, si usted logra que Angelina Jolie y Brad Pitt usen boina negra,
bueno, entonces sí, no se ofenda Don Luis, ni quien se fije en usted“.
“Además la boina remite más al Ché Guevara que a la filosofía idealista
de la ciencia. Ya sabe usted, aunque es una selva, el instituto de
investigaciones filosóficas no es precisamente un centro de subversión, que
digamos“.
“Pero“, interrumpió él, encajando sin dificultad el calambre,
“otra forma de no llamar la atención, es decir, de pasar desapercibido, es
no modificar la rutina, seguir vistiendo lo de costumbre. Al mirarme con la
boina negra, no verán nada extraño. En cambio, si me pongo un pasamontañas, pues
eso sería una modificación radical. Me verían. Llamaría la atención. Dirían “es
el profesor Luis Villoro con pasamontañas, ha enloquecido, pobre, tal vez oculta
alguna deformación reciente, o las huellas de la vejez, o la enfermedad, o un
crimen inconfesable”. Y, mutatis mutando, si se deja de hacer algo rutinario o
de costumbre, llama la atención. Por ejemplo, Subcomandante, si usted deja la
pipa, llama la atención. Si se pone un parche en el ojo, otro ejemplo, se
fijarán más y empezarán a especular si lo ha perdido o si lo tiene amoratado por
un golpe“.
“Buen punto“, dije y discretamente tomé nota.
Don Luis continuó: “Si me pongo la boina, cualquiera que me vea no dirá
nada, pensará que sigo siendo el mismo“.
Entonces, agregó como conclusión lógica:
“Y mi nombre de lucha va a ser “luis villoro toranzo“.
“Pero Don Luis“, rechacé, “si de por sí ése es su
nombre“.
“Correcto“, dijo levantando el índice derecho. “Si me pongo ese
nombre de lucha, nadie va a saber que soy zapatista. Todos pensarán que soy el
filósofo Luis Villoro Toranzo“.
“¿No dijo usted que al cubrirse el rostro los zapatistas se
mostraban?”
Asentí sabiendo a dónde iba.
“Ahí está, con la boina y el nombre me muestro, es decir, me
oculto“.
“¿No era esa la paradoja?”
Hubiera dicho “Touché“, pero estaba tan desconcertado que mi francés
quedó en el baúl de los olvidos.
El resto de la noche-madrugada la pasé argumentando en contra y él contra
argumentando a favor.
Déjenme decirles que, hay que reconocerlo, su razonamiento lógico era
impecable, y con gracia y buen humor sorteaba una y otra vez las trampas falaces
con las que suelo hacer tropezar a los más renombrados intelectuales.
Sí, estoy siendo sarcástico, así que nadie se llame a ofensa.
El caso, o cosa, era que Don Luis Villoro Toranzo, aspirante a zapatista cuyo
nombre de lucha sería “Luis Villoro Toranzo” y que, para ocultarse mejor, mejor
se mostraría con una boina negra como pasamontañas, fue deshaciendo uno a uno
los obstáculos y reparos que, con cierta necedad, le fui poniendo.
“La edad“, le dije como postrer argumento y casi desfalleciendo.
Él remató con: “Si mal no recuerdo, usted, subcomandante, alguna vez
señaló que el límite era un segundo antes del postrer suspiro“.
La luz del amanecer ya delineaba los garabatos del horizonte cuando decidí
asumir la mejor posición en estos casos: alegué demencia.
“Mire Don Luis, si por mí fuera, claro, sería un honor, claro, pero no a
mí me corresponde, claro, aceptar o rechazar una solicitud de alta en el EZLN,
claro. Yo soy, claro, digamos que el sinodal, claro, pero quien califica es
otro, claro. Además de ahí sigue el responsable local, claro, el regional,
claro, el comité, claro, la comandancia general del ejército zapatista de
liberación nacional, claro. ¿Por qué mejor no se va usted a su casa y ya le
avisaré cuando sepa algo?”
Pero… cuando estaba yo diciendo eso, entró a la comandancia general el otro
indígena que nos completa a Moy y a mí.
“Ah“, dijo, “veo ya hablaste con él”
“Sí“, dije, “pero está necio en que quiere ser
zapatista“.
“Bueno“, dijo el otro, “en realidad le estaba hablando al compa
Luis Villoro Toranzo, no a ti“.
“Él ya había hablado conmigo, le dije que como quiera pasara contigo para
que revisara sus argumentos“.
“Pero ya está: lo tengo ya dado de alta en la unidad especial. Ahora es
para nosotros el colego Luis Villoro Toranzo“.
“Ya le expliqué que, por nuestro modo, le diremos sólo “Don Luis”, así
que creo que sólo falta darle la bienvenida y asignarle su trabajo“.
El ya compañero zapatista Luis Villoro Toranzo se puso de pie y, con
admirable prestancia, en posición de firmes saludó al oficial.
“¿Y cuál será el trabajo que se le asignará?” alcancé a preguntar en
medio de la bruma de mi confusión.
“Pues el que le toca de por sí: la posta“, dijo el otro y se
marchó.
Casi podría aventurar que Juan, Fernanda y quienes ahora me escuchan y me
leerán después, han recibido estas palabras como una más de las fantásticas
historias que pueblan las montañas del sureste mexicano, remontadas una y otra
vez por escarabajos, niños y niñas irreverentes, fantasmas, gato-perros,
lucecitas titilantes y otros absurdos.
Pero no. Es hora ya de que sepan que Don Luis Villoro Toranzo se dio de alta
en el EZLN una madrugada de mayo, hará ya muchas lunas.
Su nombre de lucha fue “Luis Villoro Toranzo” y en la comandancia general del
EZLN lo conocíamos como “Don Luis” por razones de brevedad y eficacia.
El lugar fue en el cuartel general “Cama de Nubes”, donde dejó guardada su
camisola marrón para los regresos en los que incurrió varias veces antes de
fallecer.
¿Qué más puedo decirles?
Cumplió a cabalidad su misión. Como centinela en uno de los puestos de
guardia de la periferia zapatista estuvo atento a lo que ocurría, con el rabillo
del ojo del pensamiento crítico se percató de cambios y movimientos que, para la
inmensa mayoría de la intelectualidad autodenominada progresista, pasaron
desapercibidos.
Producto de la alerta del caracol a su cargo, ustedes escucharán, y algunos
más leerán, en estos días, las reflexiones que sobre esos cambios y movimientos
hemos hecho.
UN REGALO AL ESTILO ZAPATISTA
Fue otra madrugada. Don Luis, el entonces Teniente Coronel y hoy
Subcomandante Insurgente Moisés, y yo habíamos iniciado la plática como a las
1700 hora del frente de combate suroriental. Como a las 2100 el ahora SupMoy se
disculpó porque tenía que retirarse a checar las posiciones circundantes.
El modo de debatir de Don Luis tenía su particularidad: donde otros manotean
y alzan la voz, él sonríe con vaga ausencia. Donde otros argumentan consignas él
dice un disparate -“Sólo por darse tiempo”, me decía a mí mismo.
Por lo regular esas pláticas semejaban a encuentros de esgrima. Aunque sobre
decirlo, las más de las veces me vi derribado. Así sucedió cierta vez. Don Luis
entonces río y soltó: “¡Derribado, pero no destruido!” Yo me
reincorporé con palabras, haciéndole ver que sería mal visto que un filósofo
neopositivista, cite, queriéndolo o no, la segunda carta del apóstol Pablo a los
Corintios. Y él, sonriendo taimado, “y se vería peor que un jefe zapatista
identificara la cita“. Entonces se puso de pie y recitó dramático: “Que
estamos atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, más no desesperados;
perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos” y luego
dirigiéndose a mí: “y me extraña que no haya señalado que se trata del
capítulo IV, versículos 8 y 9“.
Aún adolorido por la paliza argumentativa, repuse: “siempre he pensado
que ese texto más parece comunicado zapatista describiendo la resistencia, que
parte del Nuevo Testamento“.
“¡Ah! ¡la resistencia zapatista!“, exclamó con entusiasmo.
Y luego: “¿Sabe Subcomandante? Ustedes deberían abrir una
escuela“.
“No una, muchas“, le dije.
Deben haber sido los años 2005-2006, años antes Don Luis se había dado de
alta en nuestras filas y las Juntas de Buen Gobierno se empeñaban en las
necesidades de salud y educación en las zonas, regiones y comunidades.
Don Luis precisó entonces: “No, no me refiero a esas escuelas. Claro, hay
que abrir muchas de ellas, ni dudarlo. Yo hablo de una escuela zapatista. No una
donde se enseñe zapatismo, sino una donde se muestre el zapatismo. Una donde no
se impongan dogmas, sino que se cuestione, se pregunte, se obligue a pensar. Una
cuyo lema sea “¿Y tú qué?“.
En realidad la idea de Don Luis no era original. Ya antes la habían esbozado,
con enunciados distintos, Pablo González Casanova y Adolfo Gilly.
Pero nuestra idea no era ni es enseñar, tampoco “mostrar”. Sino provocar. El
“¿y tú qué?” no buscaba recibir una respuesta, sino incitar una reflexión.
En fin, prosigo:
La discusión pasó a ser plática, de la misma forma en que un torrente alcanza
una planada en su serpenteo y se convierte en un plácido fluir. Plácido, sí,
pero imparable.
Ya era madrugada. La guardia nocturna nos avisó que Moy seguía ocupado y nos
ofreció café. A mi mirada Don Luis respondió con un gesto afirmativo. No sé
realmente si Don Luis tomaba café siquiera, siempre dejó su taza sin tocar.
Entonces lo achaqué al calor de la plática. Ahora se me ocurre que nunca le
pregunté siquiera si acostumbraba beberlo. Uno podría suponer, claro, filósofo,
claro, “café” es para un filósofo como un apellido indeseable. O tal vez lo
tomaba. Estamos en Chiapas, pues. Venir a Chiapas y no tomar café es… como ir a
Sinaloa y no comer chilorio, como ir a Hamburgo y no zamparse una hamburguesa,
como ir a La Realidad y no toparse con ídem.
El asunto es que, sin darnos apenas cuenta, estábamos hablando de
regalos.
“Imagine cuál sería el regalo perfecto“, propuso.
“El más sorpresivo“, respondí sin pensar.
“No, el que no pudiera ser agradecido.“, reviró.
“O el que no fuera regalo“, contra ataqué.
“¿Cómo?“, preguntó intrigado.
“Como por ejemplo un enigma, o una pieza de rompecabezas. O sea, un
regalo sin razón de ser. Si no hay una razón, aumenta la sorpresa“,
dije.
“Cierto, pero para quien lo da, podría ser un regalo el no poder ser
agradecido por el regalo“, dijo como para sí mismo.
Conforme se hacía más revuelta la argumentación lógica, más pensaba yo que
Don Luis se estaba cansando. Pero no, estaba animado y tenía la mirada
brillante, como si…
Me levanté y le toqué la frente. No dije nada, sólo me dirigí a la puerta y
le avisé a la posta: “Que venga la compa de sanidad“.
Don Luis tenía fiebre. La insurgenta de sanidad
recomendó antipirético, un baño de agua fría y mucho líquido. Don Luis no se
opuso a nada. Pero en cuanto se retiró la compañera, me dijo “basta con un
poco de descanso” y se durmió. 2 días estuvo así, apenas despertándose para
comer e ir al baño.
Ya repuesto del todo, me dijo que debía retirarse, me recomendó que releyera
sus informes de vigilancia y se despidió.
Antes de cruzar el dintel de la puerta, sin voltear a verme y más bien para
sí, murmuró: “Eso, un regalo que no se pueda agradecer. Sería muy
zapatista“. Se colocó la boina, me dijo algo más y se fue.
Ahora, a más de 12 lunas de su ausencia, puedo contar lo que me dijo al
despedirse esa ya mañana, con el sol levantando luces y sombras.
“Compañero subcomandante insurgente marcos“, me dijo cuadrándose con
notable vitalidad.
“Compañero Luis Villoro Toranzo“, le dije siguiendo mi vieja
costumbre de indicar así que estaba listo para escuchar.
“Quiero pedirle algo“.
No se me escapó el abandono de la informalidad, pero lo achaqué a su nueva
profesión.
“No vaya usted a decir nada de esto a nadie más, por el momento“,
demandó.
“Claro“, le dije, “entiendo. El secreto, la clandestinidad, eso,
que la familia no sepa”
“No es eso“, me dijo.
“Quiero que lo diga después“.
“¿Cuándo?“, le pregunté.
“Usted va a saber cuándo es el mejor momento. Para usar nuestro modo: de
por sí llegarán el calendario y la geografía“.
“¿Y por qué?“, le pregunté curioso.
“Es un regalo que quiero darle a mis hijos y a mi compañera“.
“Hombre Don Luis, no chingue, mejor regálele una corbata verde con motas
rojas a Juan, a Miguel una roja con motas verdes, o viceversa; a su hija Renata
un jarrón y a Carmen, un cenicero, o viceversa. Como quiera, como en toda buena
familia, se van a pelear. A Fernanda un cuaderno de apuntes, de ésos de rayas.
Son inútiles y horribles todos esos obsequios, pero lo que cuenta es la
intención“.
Don Luis rió de buena gana. Ya más serio continuó:
“Cuénteles mi historia. O bueno, esta parte de mi historia. Entonces
ellos y ellas entenderán que no me escondí de ellos. Sólo lo guardé como regalo.
Porque el encanto de los regalos es que son una sorpresa. ¿No cree
usted?”
“Dígales que les regalo este pedazo de mi vida. Dígales que se los oculté
no como se esconde un crimen, sino como se guarda un regalo”.
“Mire Sup, muchas cosas se dirán de mi vida, algunas buenas, algunas
malas. Pero esta parte, creo, les desarreglará todo, pero no con pena y dolor,
sino con la alegre travesura de ese viento fresco que tanta falta nos hace
cuando la pena de la ausencia y los grises de la seriedad, la formalidad y los
nombramientos, se convierten en piedra y epitafio.”
“Está bien, Don Luis”, le dije, “pero no descarte lo de las corbatas, el
jarrón, el cenicero y el cuaderno de apuntes“.
Se marchó sonriendo.
Así que Juan, Fernanda, familiares de Don Luis Villoro Toranzo, durante años
guardé como secreto este pedazo del amplio rompecabezas que fue la vida de Don
Luis.
No esa vez, sino después, cuando la rabia y el dolor nacían del cuerpo
masacrado del compa maestro zapatista Galeano, fue que entendí el por qué de
retener esa pieza de su vida.
No era que él se los ocultara porque le diera vergüenza, ni porque temiera
que lo delataran con el enemigo de mil cabezas, o porque así evitara que
trataran de disuadirlo.
Era porque quería darles este regalo.
Una pieza que provoca, que alienta, que agita, justo como su pensamiento
hecho viento travieso en nosotros.
Una pieza más de la vida de Don Luis.
La pieza que se llamó Luis Villoro Toranzo, el zapatista del EZLN.
Cayó y calló en el cumplimiento de su deber, cubriendo la posición de
centinela en este mundo absurdo, terrible y maravilloso que es el que nos
empeñamos en construir.
Sé bien que dejó un legado de libros y brillante trayectoria intelectual.
Pero también me dejó estas palabras para que, hoy, yo se las dijera:
“Porque hay secretos que no avergüenzan, sino enorgullecen. Porque hay
secretos que son regalos y no afrentas“.
Ahora y sólo ahora, cuando les entrego estas hojas, podrán leer cómo se
titula este texto en el que viene envuelto, con mis torpes palabras, la pieza
del rompecabezas que se llamó:
“Luis Villoro Toranzo, el zapatista”.
Vale. Salud y reciban de todos y todas nosotros el abrazo que les dejó
guardado con nosotros el compa zapatista Don Luis.
Desde las montañas del Sureste Mexicano, y ahora bajo tierra.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 2 de mayo del 2014.
Hecho público el 2 de mayo del 2015."
http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2015/05/02/luis-el-zapatista/
2 may, 15 Maestro Zapatista Galeano: Apuntes de una vida Traduzione italiano
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2 may, 15 Palabras del Subcomandante Insurgente Moisés Traduzione italiano
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30 abr, 15 PROGRAMA Y OTRAS INFORMACIONES DEL HOMENAJE Y SEMINARIO. English translation
Traduzione italiano
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22 abr, 15 Reporte del Registro al Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista” SupGaleano Hasta el día 21 de abril del 2015, se han registrado, para asistir al seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”, aproximadamente 1,074 hombres, mujeres, otroas, niñas, niños, ancianos, ancianas de México y el mundo…
Traduzione italiano
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Deutsch Übersetzung
9 abr, 15 ¿Por qué tan serios? El SupGaleano ¿Pensaban que la imagen del México moderno estaba de shopping en Beverly Hills, viajando en helicóptero o en un spot electoral? ¡Wrong! ¡404 Error! ¡Erreur! ¡Fehler! ¡Oшибка!
English translation
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Traduzione italiano
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1 abr, 15 La Tormenta, el Centinela y el Síndrome del Vigía. Aunque no lo parezca, ésta es una invitación… ¿o un reto?
English translation
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Traduzione italiano
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19 mar, 15 Sobre Homenaje y Seminario. El SupGaleano A pesar de todo…
O precisamente por todo…
Traduzione italiano
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Traduction en Français
Deutsch Übersetzung
8 mar, 15 GRACIAS III. LA CONSTRUCCIÓN MÁS CARA DEL MUNDO. Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano Muchas gracias a loas otroas, hombres, mujeres, niñas, niños, ancianas y ancianos, grupos, colectivos, organizaciones y como-se-diga de la Sexta y no Sexta de México y el mundo, por el apoyo que nos dieron. Estas clínica y escuela también son suyas.
Traduzione italiano
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Traduction en Français
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7 mar, 15 GRACIAS II. EL CAPITALISMO DESTRUYE. LOS PUEBLOS CONSTRUYEN. Subcomandante Insurgente Moisés Entonces, compañeros, compañeras, esta construcción que estamos inaugurando ahorita es el fruto, es el resultado de cómo nos entienden, de cómo nos comprenden nuestros compañeros y compañeras de la Sexta, pero incluso otros hermanos y hermanas de México y del mundo que falta pues de que le entran a la lucha a la Sexta, lo que convoca en nuestra Sexta Declaración, pero que sí con su corazón nos están apoyando.
Traduzione italiano
Traduction en Français
English translation
Deutsch Übersetzung
5 mar, 15 Gracias I. Por eso el día de hoy, 1° de marzo del 2015, agradecemos a los compañeros y compañeras de la Sexta en México y la Sexta internacional en el mundo, y todas las personas nobles y buenas que se solidarizaron con nuestra lucha.
Traduzione italiano
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Traduction en Français
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4 mar, 15 EN EL TABLÓN DE AVISOS. El Conserje. Madrugada en la realidad.
English translation
Traduzione italiano
Traduction en Français
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1 mar, 15 Carta
del EZLN a Doña Emilia Aurora Sosa Marín, compañera del Mayor Insurgente
Honorario Félix Serdán Nájera.
Subcomandante Insurgente Moisés y Subcomandante Insurgente Galeano Ese ejemplo de ustedes dos, que se repite y refleja en mujeres, hombres y otroas en todos los rincones del planeta, nos demanda y obliga en los dos pasos en los que insistimos quienes luchamos por justicia, libertad y democracia: la resistencia y la rebeldía.
Subcomandante Insurgente Moisés y Subcomandante Insurgente Galeano Ese ejemplo de ustedes dos, que se repite y refleja en mujeres, hombres y otroas en todos los rincones del planeta, nos demanda y obliga en los dos pasos en los que insistimos quienes luchamos por justicia, libertad y democracia: la resistencia y la rebeldía.
8 ene, 15 Pronunciamiento
del Primer Festival Mundial de las Resistencias y Rebeldías contra el
Capitalismo
Desde Chiapas, México, levantamos nuestra palabra para dirigirnos a las
mujeres y hombres de abajo, del campo y la ciudad, en México y el mundo, a los y
las que sembramos resistencias y rebeldías en contra del capitalismo neoliberal
que todo lo destruye.
1 ene, 15 Palabras
del EZLN en el 21 aniversario del inicio de la guerra contra el olvido.
Subcomandante Insurgente Moisés.
Siguen nuestra sangre y nuestra muerte abonando nuestras montañas.
Como desde hace ya un tiempo, el dolor y la muerte que antes eran sólo para nosotros siguen extendiéndose a otras partes y alcanzando a otras, otros, otroas en el campo y la ciudad.
Como desde hace ya un tiempo, el dolor y la muerte que antes eran sólo para nosotros siguen extendiéndose a otras partes y alcanzando a otras, otros, otroas en el campo y la ciudad.
De por sí sabemos que no nos rendiremos, que no nos venderemos y que no
claudicaremos.
De por sí sabemos que falta lo que falta.
De por sí sabemos que falta lo que falta.
19 dic, 14
La
Víspera del Festival
19 sep, 14
Editorial
3. Más allá de la compartición
14 sep, 14
PRONUNCIAMIENTO
DEL CNI Y EL EZLN POR LA LIBERTAD DE MARIO LUNA, VOCERO DE LA TRIBU YAQUI.
12 ago, 14
Primera
parte: palabras del SupGaleano
12 ago, 14
Segunda
parte: palabras del Sub Moisés
4 ago, 14 INAUGURACIÓN
DE LA PRIMERA COMPARTICIÓN DE PUEBLOS ORIGINARIOS DE MÉXICO CON PUEBLOS
ZAPATISTAS
3 ago, 14 Llegaron
bien
25 jul, 14
Para que
sepan
18 jul, 14
Casi 5
veces
7 jul, 14 Cuentas
de la reconstrucción
8 jun, 14 Una
reunión en La Realidad zapatista hace unos pocos días. Subcomandante Insurgente
Moisés
30 may, 14
COMPARTICIÓN
CON CNI
30 may, 14
PÉSAME
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Sunday, April 12, 2015
ASISTENCIA DE OBAMA A PANAMÁ: FALLIDO TORNIQUETE LATINOAMERICARIBEÑO... FISICAMENTE, UN GRAN AUSENTE: HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS... In Memoriam...
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Noam Chomsky: "EE.UU. es el principal Estado terrorista en el mundo"Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/85161-eeuu-principal-terrorista
10:44 AM - 18 Jun 13 · Details
11:59 AM - 23 Jun 13 · Details
Cada historia posee sus propios héroes y/o heroínas, sus ángeles y sus demonios... FIDEIIUS.
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The universe is not a supermarket, nor a store...Fideiius
"Chávez, en la gran tradición de militares de izquierda en AL, empezando por Cárdenas"
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Reitero: el fin de la Tecnología no debe ser su propio fin... FIDEIIUS. < https://www.google.com/?gws_rd=ssl#q=%22FIDEIIUS%22+el+fin+de+la+tecnologia+no+debe+ser+su+propio+fin
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